Caminito al Sur 2 - Tren

A las 5 de la mañana, bastante fresquita, he tenido la sensación de que "ya falta poco". Aquí la cuestión:

Teniendo en cuenta que llegaré -si no hay más retrasos- sobre las 11 de la noche y sabiendo que ya hace 2 días y 2 noches que he salido de Bodhgaya, y que el tren lleva solo 10 horas de retraso en un trayecto de 52 horas. ¿Cómo calificarías la llegada?

a) Inminente.
b) Ya falta poco.
c) Falta mucho.
d) No llegará nunca.

El viaje esta resultando, como siempre en la India, un sorprendente y ameno retiro, en el que el Dharma se vuelve multicolor y me muestra sus variados reflejos de diamante.

TIEMPO PERDIDO HACIA EL SUR

Side-Upper. 3AC.
Mi celda de retiro de lujo. Puedo sentarme con la espalda casi derecha siempre que no utilice cojín. Tengo una cortina (ahí el lujo) que me proteje de las miradas indiscretas, no hay ventana. Consigo hacer mis ejercicios de Qi Gong un poco retorcidos. Esta mañana he descubierto el mejor cajón de meditación del mundo. Sensaciones que sólo se pueden vivir en la India. Abro la puerta del tren y bajo la cama del literista. Sentada frente a la puerta abierta veo pasar los campos de maiz, los plataneros -bajos- y las palmeras -altas y redondas. Cigüeñas y garzas vuelan en parejas aquí y allá. Los rios son grandes en el sur de la India, la luz es clara y el cielo vasto. Vajrasattva recorre los kilómetros conmigo, 2.584, dice mi billete. Va limpiando los campos, las gentes, las campanillas azules y las habichuelas que trepan sobre jóvenes mimosas. El literista me pregunta (lo ha intentado varias veces):
-¿País?.
-España.
-Ah! ya.
-Europa -le digo para más precisión.
-¿Europa?.
-Sí. -le digo. Parece que he hecho las cosas más difíciles con la aclaración. Pasa un cuarto de hora. Ha estado pensando. Espera a que le mire. OM VAJRA-SATTVA... sigo un ratito. Le miro. Es su momento:
-Where are you? (¿Dónde estás?) -me espeta.
-Here (Aquí) -le contesto.
-No. Where are you? -insiste, tozudo.
Se repite la conversación unas tres o cuatro veces. Me da un poco de pena asi que decido darle la respuesta que busca:
-I come from Patna. (Vengo de Patna).
-¡Ah! Y, al fin, se queda contento y me da permiso para seguir sentada en su litera.
A partir de ahí queda establecido que nos hemos entendido y hablamos con gestos y en hindi (je). Así que ya todo es fácil. Me dice que ponga los zapatos en el suelo, que abra esta o la otra alacena, que esta estación es tal o cual, que el tren para tantos minutos, que me vaya un rato que quiere dormir o que se saca la chaqueta porque hace calor. En la India, si quieres, no hay problema para hacer ver que te entiendes. Aunque el entendimiento sea teóricamente inexistente, como los cuernos del conejo de Chandrakirti.

Ahora estoy en Madrás o Chennai, en la India casi todas las ciudades tienen dos nombres diferentes, uno en inglés y el otro en la lengua local. (Varanasi-Benarés / Mumbai-Bombay / Thiravananthapuram-Trivandrum).
El hecho de que el retraso sea de diez horas no impide que en cada estación pare 30 minutos. He intentado recargar el móvil, no hay manera.

El tren va en dirección contraria a la que llegó y hay un silencio delicioso, empieza a caer la tarde y se nota la humedad del trópico. El paisaje sigue siendo plano pero los bosques son más frondosos. Las diversas grafías pintadas a mano se mezclan. Los libros para aprender idiomas tienen títulos tales como:
"Como leer periódicos en lenguas locales (Telugu, Malayalam, Tamil, Devanagari (incluyendo Marathi), Gujarati, Bengali, y Gurmukhi) y otros idiomas".

Siempre hay algo inexpugnable. Un misterio escondido a la vuelta de la esquina que no se puede descifrar. Grandes extensiones de agua, barcazas y pescadores. Trenes interminables como innumerables personas ofreciendo todo tipo de bebida y comida en los pasillos. Canción melódica durante el día y la noche. Chai, cofi, amla, pakora, pani, puri, acchar, aloo, samosa, angur, akhroth, fresh drinks, la saturación de los sentidos, y el tiempo deslizándose entre las estaciones: OM VAJRA-SATTVA, SAMAYA...

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